
La idea le hizo mucha gracia, y ahora cuando vamos por la calle suele ir intentando decir los números y las letras de las matrículas de los coches. Las letras le cuestan un poco más, pero ya está casi controlado. No es para ir con prisas, pero se lo pasa bien y aprende. Ahora el coche de papá ya no es el coche azul, se llama ashe-te-te...
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