Mario está acostumbrado a verme mala, por suerte, no con cosas graves, pero mi salud se resintió mucho con el embarazo y con el parto. Siempre le pone nervioso cuando me ve bajita, con fiebre y sin mis habituales energías y ganas de juerga.
Pero este Ocubre tuve que pasar por quirófano y con un ingreso incluido. Nada grave, pero latoso y con un post-operatorio muuuuuuuy pesado. Como siempre, optamos por contarle la verdad, dulcificada y en el último momento para que no tuviera mucho tiempo de angustiarse con el tema. Y como siempre también, el juego ayuda mucho. Los días antes y después de la operación, Mario ha sido muy a menudo el médico que me operaba y me curaba, la enfermera que me ha cuidado, etc.
Los abus ayudaron mucho con el ingreso, así que Mario no tuvo que verme en el hospital. Y luego se ha portado como un campeón, mirando a veces de reojillo en los malos ratos, pero siempre pendiente de mi y ayudando con todo. Lo peor, que no he podido hablar en casi tres semanas y me he tenido que comunicar con él por señas y dibujando. Pero bueno, ya ha pasado y parece que todo va bien, no nos quejamos. Y Mario se ha quedado con la pizarrita que he estado usando para escribir de recuerdo!!