Me parece mentira que haya pasado tanto tiempo desde mi última entrada, pero es que se nos ha pasado volando... Y no he tenido ni un segundo para sentarme a escribir.
Mario cumplió cuatro años y lo celebramos con una fiesta en casa como la del año pasado (los cumpleaños en época de nieves no dejan muchas opciones). Pero este año la disfrutó todavía más, decidiendo a quién invitaba, pensando cómo decorar y preparar la mesa, haciendo sandwiches y dulces para sus amigos. Es todo un anfitrión. Al final vinieron cuatro amigos: dos de la urbanización y dos del cole. Todo salió bien y disfrutaron mucho juntos. Y nosotros viéndoles.
Después hemos pasado todos por una gripe, mucho trabajo, hicimos un viaje que otro día os cuento, la vacuna de los cuatro años, y unas vacaciones estupendas que hemos disfrutado mucho en casa comiendo torrijas, viendo procesiones, yendo al cine y aireándonos en general, que hay que ver el buen tiempo que ha hecho.
Mario ha pegado otro salto, las conversaciones que tenemos con él son casi de adulto, no deja de hacernos preguntas super-complicadas, ha crecido bastante (ahora está en 1.07 más o menos), cada vez escribe más palabras. Y estas vacaciones le hemos quitado el ruedín de la bicicleta y ya va completamente solo, hasta para arrancar y parar! Otra etapa.
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