viernes, 31 de enero de 2014

Heridas en la nariz

La mudanza nos ha coincidido con estos días de tanto frío, y entre la la falta de descanso y el frío que hemos pasado hasta caldear la casa, todos hemos terminado malos. No ha sido nada, un catarro que nos hemos turnado, pero a Mario los mocos/babas ácidos de los tres días de catarro (sigue con las dichosas muelas) sumados al viento frío de la calle le han destrozado la piel de la cara. 

El pobre se ha pasado casi una semana con la piel de la cara (mofletes y alrededores de boca y nariz) encendidos. Todo le molestaba, todo le picaba y todo le escocía. Ya nos había pasado antes, aunque quizás no tanto. Y lo arreglamos con la crema que mejor nos ha ido siempre para estas cosas, la facial de caléndula de Weleda. A diestro y siniestro. Y evitando el agua en todo lo posible (cosa que no sabían en el cole, así que al pobre le amargaron una mañana limpiándole con agua cada dos por tres...) y con mucho cariño.

Poco a poco le fuimos curando toda la cara, pero en la entrada de la nariz se le acabó haciendo herida. Y como diría él "la líamos". Entre los mocos, limpiar los mocos, y sus rascadas (qué bruto es); imposible que le cicatrizara. Y al final se le han empeorado las heridas y se le han puesto con un aspecto horrible, infectadas, vamos. 

En este caso la solución ha sido una pomada con cicatrizante y antibiótico, tres veces al día durante una semana. Estamos en el tercer día y ya se nota mucho la diferencia, menos mal. Eso sí, con mucha pedagogía de "no te arranques las costras", porque alguna mañana nos lo hemos encontrado todo llenito de sangre. Poco a poco, qué cosas les pasan a los pobres...

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