Ya hemos terminado el antibiótico que nos mandó la pediatra. La verdad es que fue mano de santo, en cuanto lo tomó un par de veces, mejoró rápidamente.
Aunque lo tenía que tomar cada 8 horas, la doctora nos dijo que teníamos un margen de entre 6 y 10 horas cada vez, por lo que no ha sido muy pesado dárselo y nos hemos apañado para no tener que despertarle por la noche. Y como tenía saborcillo a limón, hasta le ha gustado tomarlo.
Parece que el único efecto adverso que ha tenido es que le ha dejado estreñido (y eso que está a tope con las babas de los dientes, que le suelen soltar la tripilla). Estos últimos días, sobre todo.
Hemos intentado que comiera un yogur al día mientras tomaba el antibiótico para que su flora intestinal no sufriera mucho. Pero aún así, se ha atascado un poquito. Menos mal que en un par de días insistiendo con la compota de pera, el zumo de naranja y los cereales superfibra, parece que se está regulando otra vez.
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