miércoles, 19 de febrero de 2014

Juguetes (I)

A ver si tengo tiempo de sentarme con calma estos días y escribir una serie de entradas acerca de juguetes, porque he dedicado muchas entradas al juego pero no a los juguetes, que cada vez son más importantes en la vida de Mario.

Voy a ir por orden. Los primeros juguetes que Mario tuvo fueron de peluche, para colgar en las paredes de su cuna o en su cuco y que los pudiera mirar y con el paso del tiempo, tocar (lanzando las manos como un loco hasta que pudo controlar el movimiento, que momentos tan divertidos pasé viendo cómo lo intentaba una y otra vez e iba afinando con la práctica). Mi consejo: diferentes tamaños, colores, ruidos, materiales y texturas, para que tengan diferentes estímulos. Y nosotros bautizamos a todos sus muñecos con todo tipo de nombres graciosos que luego hemos ido usando para contarle historias y cuentos: el hipo Calipo, la jirafa Jacinta, el caracolín Rasputín, el oso Tuco. Y nada de móviles, porque le excitaban mucho y se ponía histérico!!!! Yo creo que se pensaba que le atacaban.....



Mario no fue mucho de sonajeros. Sin embargo, otro juguete de esta primera época fue un espejo con el que pasó momentos alucinantes dentro de la cuna y que le encantaba.
Cuando empezó a pasar más rato en la hamaca o en la mantita de juegos, empezamos a llamarle el niño de las anillas, porque estaba todo el día con unas anillas de plástico de colores en las manos (los típicos aros duros con abertura). Quizás sea uno de los juguetes que más alternativas nos han dado, y todavía andan por aquí. Las he usado para colgar otros juguetes en distintos sitios, para hacer cadenas y unir cosas, Mario las usaba de sonajero y como mordedor, las únia y separaba. Son multiusos y muy resistentes, para mi muy recomendables con bebés casi desde el principio.


Y también le encantaban en esta época los libros de trapo y distintos tipo de cubitos, torres, pelotas y cubiletes de diferentes tamaños y colores. Con este tipo de juguetes pasaba mucho tiempo entretenido, aunque sólo fuera metiendolos unos dentro de otros o llevándolos de un sitio a otro.

Por último todo un éxito (regalo de un alumno mio) fue este muñeco con luz y música, que le dejaba hipnotizado y que tenía siempre al lado del cambiador por si se me ponía rebelde con el cambio de pañal.

Después comenzó con una etapa, la de la movilidad (a gatas y a rastras), en la que cualquier objeto que pillara por la casa era un juguete mucho más interesante que cualquier otra cosa que le pudiéramos dar nosotros para jugar. Así que se pasaba el día entretenido con un paquete de clínex, un peine o un cucharón. Aquí jugábamos mucho a fabricarle "cofres del tesoro", de manera que le metíamos en algún cubo, cesto o caja grande muchos objetos cotidianos y se pasaba el día manipulando, metiendo, sacando, abriendo, cerrando, ordenando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas relacionadas