Este verano ha sido un tiempo de aventuras y cosas nuevas para Mario, lleno de primeras veces y de todo tipo de emociones. Hemos hecho muchas cosas los tres juntos, y una cosa es que hemos sacado en claro, es que obviamente, sus motivaciones en ciertas actividades no pueden ser las mismas que las nuestras. Así que la manera en la que todos disfrutamos en poniéndole a él objetivos a corto plazo.
Por ejemplo, fuimos los tres juntos a ver la exposición de Pissarro que había en Madrid. Fue nuestra segunda vez en un museo, pero la vez anterior, en el Reina Sofía, alucinó tanto con todo que bastó con dejarle investigar por su cuenta. Al tratarse esta vez de cuadros impresionistas, que yo creo que le parecían todos más bien similares, se aburrió antes. Solución, le mostrábamos en el catálogo de la exposición un cuadro y le pedíamos que lo localizara. Al final se lo pasó tan bien, que nos costó sacarle del museo. Y se fijó en un montón de detalles de los cuadros que yo creo que de otra forma ni hubiera visto.
Lo mismo dando nuestros primeros paseos por el campo, llega un momento en el que andar por andar no tiene ningún sentido para él, que ni disfruta del paisaje ni del aire libre en sí mismos. Así que vamos buscando piedras con formas concretas o palos que nos sirvan de bastón, ver un determinado animal, llegar a un punto del río donde podamos meternos todos hasta las rodillas, cruzar un puente, etc.
Y lo contento que se pone cuando va consiguiendo las cosas que le proponemos!
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