Los virus primaverales nos atacaron coincidiendo con el último apretón en la encía del último premolar que le está saliendo a Mario en esta tanda, y el pobre acabó con una otitis de las malas. Por primera vez en dos años, antibiótico.
Los dos primeros días y a pesar del ibuprofeno y del calorcito, estuvo con mucho dolor. No pudo dormir, casi no quería comer y lo pasó bastante mal, sin ganas de nada más que de quejarse. Además de jugar, cantar, ver pelis, dibujar y leer cuentos, llegó un momento en que ya no sabíamos cómo entretenerle. Hasta que me acordé de unos juguetes que tenía guardados de cuando yo era pequeña y le saqué una muñeca Nancy (la única que tuve, nunca fui mucho de muñecas) y toda su ropa y accesorios.
Vaya descubrimiento, desde ese momento no hubo niño. El resto de la convalecencia la pasamos cuidando de la Nancy: lavándola, peinándola, vistiéndola y haciendo todo tipo de cosas con ella. Se vino con nosotros al baño, a todas las comidas y a la cama a dormir (hubo que buscarle un pijama....). El más perjudicado, el osito Carlitos, que desde entonces está desterrado a dormir en una camita a los pies de la de Mario, porque de momento ha adoptado a la Nancy por las noches. Ahora mismo, tenemos nueva-mejor-amiga y la cuidamos como a nadie. Lo que son las cosas, mi niño está hecho un padrecito.
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