
El pobre se ha pasado casi una semana con la piel de la cara (mofletes y alrededores de boca y nariz) encendidos. Todo le molestaba, todo le picaba y todo le escocía. Ya nos había pasado antes, aunque quizás no tanto. Y lo arreglamos con la crema que mejor nos ha ido siempre para estas cosas, la facial de caléndula de Weleda. A diestro y siniestro. Y evitando el agua en todo lo posible (cosa que no sabían en el cole, así que al pobre le amargaron una mañana limpiándole con agua cada dos por tres...) y con mucho cariño.
Poco a poco le fuimos curando toda la cara, pero en la entrada de la nariz se le acabó haciendo herida. Y como diría él "la líamos". Entre los mocos, limpiar los mocos, y sus rascadas (qué bruto es); imposible que le cicatrizara. Y al final se le han empeorado las heridas y se le han puesto con un aspecto horrible, infectadas, vamos.
En este caso la solución ha sido una pomada con cicatrizante y antibiótico, tres veces al día durante una semana. Estamos en el tercer día y ya se nota mucho la diferencia, menos mal. Eso sí, con mucha pedagogía de "no te arranques las costras", porque alguna mañana nos lo hemos encontrado todo llenito de sangre. Poco a poco, qué cosas les pasan a los pobres...
No hay comentarios:
Publicar un comentario