En los últimos tiempos Mario se estaba aburriendo de la papilla de cereales, ha sido muchos meses el desayuno y la cena. Así que ahora que vamos cambiando su menú, hemos probado a cambiarle el desayuno. Todo un éxito, de hecho, demasiado, porque durante unos días ha llorado al terminarlo.... por él sería infiniiiiiiito.
Ahora el desayuno son galletas María mojadas en leche. Le ponemos 4 ó 5 galletas en un bol con un poco de leche y el resto de la leche en un vasito. Hemos probado la de Puleva, Peques3, que es mucho más cómoda porque ya nos olvidamos de los polvitos. Y parece que le gusta mucho, no se ha quejado por dejar el Enfalac. Nosotros hemos comparado sabores y se nota el cambio, pero mirando las composiciones en las etiquetas, casi no hay diferencia. Como Mario es más bien de cosas frías, pues ya ni se la templamos si quiera, le encanta la leche directamente de la nevera (que en nuestro caso no es demasiado fría).
Las galletas se las vamos dando nosotros con la cuchara, y las va comiendo él también con las manos. Y cuando terminamos de rebañar, se bebe su vasito de leche. Eso sí, justo después desayunamos nosotros y no perdona su re-desayuno, que es un trocito de nuestra tostada de pan antes de untarla con nada (que será lo siguiente que pedirá, porque mira muy insistentemente los botes con cosas de colores que hay encima de la mesa y que no compartimos con él).
Algún día hemos probado a mojarle en la leche bizcocho o magdalenas caseras (tengo que dejaros la receta, salen muy buenas y las pueden comer sin problemas), pero de momento, no hay nada como las galletas.
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