Después de dejarle a Mario su espacio y su tiempo estas dos primeras semanas de piscina (que le ha dado mucho respeto y casi diría yo que miedo, con lo que le gustaba el verano pasado), ayer se arrancó a nadar él solo con sus manguitos en la piscina grande y se lo pasó genial. No era un espejismo, hoy hemos repetido. Otro día os cuento.
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