Bueno, como creo que ya os conté en alguna entrada anterior, el primer baño se lo dieron en el hospital, el segundo día, entre su papá y una enfermera. Y no le gustó nada....
Al llegar a casa comenzamos a bañarle todos los días entre la toma de la merienda y la de la cena (más bien un rato antes de la cena, porque después de la merienda echaría toda la leche por los reflujos). Y seguía sin gustarle nada.... Normal, las primeras semanas lo peor que podía pasarle era que le quitaras el pañal, así que imaginad la situación!
Pero bueno, no desesperamos (más bien fue el papá el que no desesperó, que los primeros días se tuvo que encargar el solito). Os pongo en situación.
Compramos una bañera plegable, toda plegable, las patas y la cubeta. Todo un éxito, en una casa de 40 metros cuadrados el espacio es importante, pero está bien no renunciar a ciertos lujos, y bañar a tu hijo cómodamente sin tener que estar agachado y hecho un ocho, es uno de ellos. La ponemos en el baño, encima del inodoro, porque las patas de la bañera se abren justo con esa medida para poder ponerla encima de los sanitarios.
Nos dimos cuenta los primeros días de que con el baño Mario es friolero. Así que además de ponerle el gua calentita, y del radiador del baño, poníamos un calefactor extra para que ese ratito se caldeara más el ambiente. Esos primeros días poníamos muy poquita agua en la bañera y los baños eran rápidos porque se llevaba mucho disgusto, así que no era plan de alargarlo. Eso sí, comenzamos con una rutina que todavía tenemos de hacer tonterías para que se lo pase bien: le desnudamos cantando tariro-tariro, le cantamos siempre cuando entra en el agua que le toca su baño hidratante-relajante-oxigenante-gratificante-etc, le hacemos chorritos con la esponja,... Al principio no lo valoraba, pero ahora son las cosas que más le gustan y se ríe mucho.
Es muy importante agarrarles bien, de manera que estéis cómodos y que el niño se sienta seguro, si no se lleva ningún susto poco a poco se irá relajando. Nosotros le pasamos un brazo por debajo del cuerpo, se lo pasamos por debajo de la axila contraria y le agarramos el bracito entre el hombro y el codo, de manera que pueda apoyar su cabeza en nuestro antebrazo. Con mucho cuidado, porque como usamos aceite de caléndula para el baño (por su piel, es lo que le va mejor con diferencia), resbala mucho.
Mientras el baño no le gustó, lo adelantamos, porque con el disgusto se excitaba mucho y luego no dormía bien, así que lo hicimos antes de la merienda.
Luego, le ha empezado a encantar y le relaja mucho, así que hemos vuelto a hacerlo antes de la cena. Cuando ha dejado de llorar y le ha empezado a encantar el baño (ha sido cuestión de unos días, un cambio muy rápido), ya hemos disfrutado de baños más largos, con más agua, y hemos empezado a dejar que flote, a salpicar, a darle la vuelta, etc. Se lo pasa genial, la verdad es que es una maravilla verle, yo creo que para él es ahora uno de los mejores momentos del día!
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