Hoy es el último día de cole de Mario y por fin tiene unas merecidas vacaciones. Nos hemos organizado entre padreprimerizo y yo, así que si todo va bien no vuelve hasta después de Reyes. Siendo tan pequeñito, seguro que agradece un cambio de rutina por fin, porque lleva desde la vuelta del verano haciendo lo mismo...
Mario se levanta a las 8.00 todos los días (a veces se despierta él antes, pero está aguantando casi todos los días hasta que le despertamos nosotros) y desayuna su leche con galletas casi nada más levantarse, porque es lo primero que pide. Luego le vestimos y el último que sale de casa es el que le deja en el cole. Allí juega y aprende y se toma su aperitivo de pan o galletas. A las 12.30 come (en principio un plato del menú, aunque siempre acaba picoteando de los dos) y después se echa en su colchoneta, a dormir entre una y dos horas de siesta. Esta es la diferencia más grande con un día de fin de semana, porque hace ya tiempo que en casa no hay manera de que duerma siesta. Y como nos aguanta hasta la noche, la verdad es que ya no le insistimos como cuando era pequeño.
Le recogemos siempre antes de la merienda, así que llegamos a casa, le ponemos cómodo y merienda su fruta con su yogur. Si se lo termina, hay premio con foie-gras, sobrasada o un capricho similar.
Luego jugamos (antes había calle, pero con el invierno y anocheciendo tan pronto, la verdad es que salimos pocos días), pintamos, leemos cuentos y al final de la tarde vemos un rato de Cantajuegos o de Baby Einstein. Desde el verano, se ducha con su padre y le encanta. Después, su masaje y le ponemos el pijama.
La cenita y a dormir. Como muy tarde a las 21.00 está en la cama, y suele estar tan cansado que no le cuesta mucho coger el sueño. Estos meses, a no ser que haya estado un poco pachucho o fastidiado con los dientes, ha dormido muchas noches del tirón o despertándose como mucho un par de veces.
Estos días de vacaciones, cambio radical y a disfrutar de estar todos juntos en casa.
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