Hoy hemos salido a la calle Mario y yo por primera vez desde que volvimos del hospital. Hace 6 días, cuando Mario nació, nevaba, pero hoy ha lucido un sol espléndido y no hacía mucho frío, así que no teníamos excusa.
Hemos ido su papá y yo, y los abuelos (mis padres): toda la familia. Una media hora, que yo todavía me voy arrastrando, pero que maravilla sentir el solecito y el aire fresco. Y quitarme el camisón por unas horas, y parecer una persona normal (o medio normal, dado mi color verdoso....).
Mario ha ido despierto al principio y luego ha terminado agotado y se ha tenido que rendir (lo que le cuesta cerrar los ojos y perderse algo, este niño apunta maneras) y dormirse, estaba precioso. A ver si a partir de ahora podemos salir a pasear todos los días un rato, por lo menos cuando no haga muy mal tiempo.
P.D. Antes de salir haceros bien con el carrito del niño (las instrucciones no suelen ser muy explicativas, pero basta con tocar por todas partes y apretarlo todo para descubrir todos los mecanismos), hemos estado girando a riñón todo el paseo para descubrir al llegar a casa que las ruedas delanteras tienen una pestaña de bloqueo que no dejaban que giraran, obviamente, desbloquéndola, todo va como la seda, ejem. Menos mal que cogimos uno sencillo.
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