Ayer fue un día de descubrimientos para Mario. Por la mañana, Madrid amaneció con una niebla muy densa que él nunca había visto, así que desde la ventana de casa, desde la calle y desde la del coche camino del cole, todo fueron "ah, uuuuuuu, ooooooooooooooo" y boquitas redondas.
Y por la noche, se me ocurrió ponerle queso a sus espinacas con bechamel gratinadas, de este que una vez calentito tiras y tiras y no se rompe nunca. Así que otra vez "ah, uuuuuuu, ooooooooooooooo" y boquitas redondas de sorpresa con la magia del queso infinito. Y alguna risa que otra, que con la niebla no andaba tan suelto...
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