Hasta hace unos meses, Mario se despertaba y le traíamos siempre a la cama a remolonear un rato con nosotros. Si hacía falta nos despertábamos un poco antes para no renunciar a esos minutos en los que todavía estaba medio dormido y se arrimaba buscando calorcito.... Mario es cariñoso, pero la verdad es que en todo el día no te pegaba los achuchones de recién levantado.
Pero desde el verano, se despierta con un hambre que da calambre. Así que ya desde la cuna te hace el gesto de comer, y si le sacas y no enfilas a la cocina directamente, te monta una bronca que parece que le están matando. Por lo que hemos renunciado a nuestros momentos de retozo por las mañanas.
Eso sí, ahora los fines de semana, le despertamos de la siesta y nos vamos directamente al sofá para recordar viejos tiempos, los tres amontonados un rato mientras termina de despertarse. Es una gozada.
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