Es lo que tiene Mario hoy, lleva todo el día llorando por comida (cosa que no hace casi nunca, le gusta comer, pero cuando le ponemos la comida delante). Parece que tiene el estómago libre de babas por fin, y que a pesar de los 40 grados que tenemos, quiere recuperar hoy el tiempo perdido últimamente. Bueno, en realidad el peso perdido. No me quiero imaginar el hambre que tendrá cuando subamos de la piscina... Parece que el cuerpo es sabio, siempre le pasa después de las enfermedades, se muere de hambre y recupera rápido lo que ha perdido, menos mal.
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