Desde la perspectiva de Mario, todas las semanas un señor-muy-simpático sube unas cajas llenas de comida y de cositas a casa. Aunque la primera vez que vio a ese señor desconocido dentro de nuestra cocina se asustó un poco, en sólo unas semanas Mario ha llegado a la conclusión de que ese señor tan majo que nos trae alimento para toda la semana tiene que estar muy contento con nosotros y que tenemos que agradecerle enormemente su amabilidad y generosidad infinita. Así que cada semana, cuando suena el telefonillo y ve que quien entra en casa es "ese señor" (¿y si es Papá Noel? todavía no lo tiene muy claro), le sigue por toda la casa, le saluda, le hace caída de ojos, se ríe, le vuelve a saludar, baila para él, etc.
Desde nuestra perspectiva, la cara del señor que nos sube la compra del supermercado cuando se encuentra con semejante gordito guapo desplegando todos sus encantos para él solo, es un poema. Yo creo que se ha puesto rojo y todo alguna vez de tanta celebración que le hace nuestro hijo. Al final le va a dejar propina y todo.
La mejor parte es que ahora recoger la compra, igual que recoger el lavavajillas, es uno de los juegos favoritos de Mario, así que pasamos un rato muy divertido primero con sus celebraciones y agradecimientos, y otro muy entretenido después colocando todo.
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