Mario lo probó este verano en unas pechugas de pollo rellenas y le encantó. Poco después, para variarle un poco la merienda, que es todos los días fruta+lácteo, se la cambiamos un día por medio sandwich de foie gras. Y jaleó cada bocadito.
Y partir de ese momento, lo quiere a todas horas. Como sabe dónde tenemos las latas de repuesto en la despensa y llega, las coge y muy sutilmente nos las pone encima de la mesa en todas las comidas a ver si cuela. Lo que hacemos es que si merienda bien la fruta y el lácteo, al mayor parte de los días le damos después un trocito de pan untado. Pero cuando está de mal humos (dientes o cansancio) se quiere saltar la comida que sea e irse directo al foie gras. Podrían hacer un anuncio con los grititos que pega y las caras que pone, la verdad.
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