La semana pasada Mario comenzó a ir en calzoncillos a la guardería. Nos dijeron desde el primer día que todo iba bien, que lo hacía todo en el orinal y que de momento le ponían pañal para dormir la siesta pero que veían que todo iba muy bien.
Sin embargo, desde el primer día que le quitaron el pañal en la guardería comenzó a hacérselo todo encima en casa y en la calle. Todo todo. Y eso no había pasado nunca, desde que le quitamos el pañal el día que más escapes había tenido habían sido dos o tres, no más.
Extrañados, lo achacamos al principio de la semana y al cansancio, a que está con dientes, a que llamaba nuestra atención. Pero al tercer día, ya estábamos preocupados y un poco desesperados (todo todo con este tiempo, implica calzoncillos, calcetines, pantalones y zapatillas cada vez, tuvimos que comprar media docena de leotardos para usar esas tardes porque nos quedábamos sin ropa). Pero no queríamos volver al pañal, pero no entendíamos nada.
Hablamos con su cuidadora y nos pareció comprender lo que estaba pasando: allí le ponían en el orinal cada 20 minutos más o menos, sin esperar a que lo pidiera. Así que claro, se confundió mucho, porque en casa le ponemos cuando lo pide (que sigue siendo por gestos o con un poco de lloriqueo-quejido, todavía no dice la palabra pis). Les pedimos que no le pusieran hasta que no lo pidiera, y que si querían poner algún tipo de intervalo para evitar escapes, lo pusieran mucho más largo, como poco de una hora, que la aguanta perfectamente. Unos días después también nos enteramos de que en la guardería despedían a varias cuidadoras (incluida la de Mario, lo que es una pena porque estaba encantado con ella) y que esos últimos días que trabajaban todo estaba un poco descontrolado.
Total, que casi casi hemos empezado desde cero como novatos que somos, por no ponernos de acuerdo con sus cuidadoras en cómo hacer las cosas exactamente paso por paso (la verdad es que dimos por hecho que esperarían a que pidiera porque le habíamos explicado que lo hace, pero no se puede dar nada por hecho). Otra vez el orinal cerca, pendientes todo el tiempo, otra vez el circo de la mímica exagerada, las fiestas cada vez que lo hace bien, hacerlo todos juntos, etc. Parece que está funcionando y que estamos volviendo a como iba la cosa antes, sólo algunos escapes de vez en cuando. Y en la guardería sólo se ha hecho encima una vez. Otra vez, paciencia y poco a poco. Pobre, qué lío le hemos montado entre todos... Esta semana hemos pedido que le quiten el pañal de la siesta allí para que sea todo exactamente igual en casa y en la guardería, y esperemos que todo vuelva a la tranquilidad, que se quede siempre con la misma cuidadora y que vuelva a sus rutinas. A ver qué tal.
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