Bueno, hoy escribo por fin desde nuestro nuevo hogar. Nos hemos mudado a una casa, en el mismo barrio, pero más nueva, más grande (pasamos de 40 metros cuadrados a más de 100!!), en una urbanización con piscina. Y bueno, no sigo, un lujo asiático. Nos ha dado mucha pena irnos de nuestra casita (allí empezamos a vivir juntos, nos casamos, planeamos a Mario, ha sido su primera casa), pero la verdad es que el cambio es a mejor y que últimamente estábamos muy incómodos.
La mudanza tan poco tiempo después de dar a luz y con un niño tan pequeño ha sido una locura. Pero con paciencia, buen ánimo y pidiendo ayuda, todo pasa.
Mario es un angelito y no ha dado nada de guerra, estos días se ha portado muy bien a pesar de extrañar todo. Como está acostumbrado a una rutina bastante estricta y estos días no la hemos seguido al 100%, se nos ha descolocado un poco. También se nota que lo mira todo con los ojos como platos, no es su entorno habitual y todo está lleno de cajas. Pero como le gusta la juerga, se ha pasado todo el tiempo muy entretenido en su hamaquita viéndonos a su padre y a mi montando muebles, colgando cortinas y ordenando todo (darle el biberón y bañarle ha sido nuestro descanso durante la mudanza). La mayor parte del tiempo soltando grititos de alegría y de asombro, aunque eso sí, ha terminado agotado todos los días. Para él también ha sido duro...
No hay comentarios:
Publicar un comentario