Estos días de vacaciones nos hemos tenido que poner serios en algunas comidas. Como contaba en una entrada anterior la capacidad de Mario para comunicarse con nosotros a pesar de no poder utilizar palabras, ha mejorado mucho en los últimos tiempos. El problema es que cuando no le entendemos o no consigue lo que quiere, se enfada. Estos enfados suelen ser muy ligeros por casi todos los temas, excepto por las comidas, algo que Mario se toma muy en serio, y últimamente más, que se nos ha vuelto un tragaldabas.
Cuando está en la trona y no quiere algo, o quiere algo como comer él solo ciertas cosas o meter la mano en la comida o darle la vuelta al plato, o se enfada mucho cuando se terminan las cosas (como el huevo pasado por agua o el yogur, se monta un drama), supongo que se siente un poco frustrado o encerrado entre los arneses, la mesita, el babero, etc. Y pega manotazos. El primer día pensamos que fue sin querer, pero se ha repetido en varias comidas, se los pega al vaso, al plato o a nosotros, y nos ha tirado alguna cosa al suelo más de una vez.
Así que hemos optado por avisar la primera vez que lo hace, muy serios y explicándole lo que está haciendo mal, indicándole cómo nos puede decir las cosas sin necesidad de manotazos. Algún día con esto se ha calmado y ya está, pero si ha repetido manotazo una segunda vez, se acabó la comida en ese momento. Cuesta, porque nunca lo habíamos hecho, pero no se va a desnutrir…. Mientras recogemos el estropicio o las cosas que no ha comido, le dejamos en la trona y le ignoramos. Suele pillarse una buena rabieta y cuando le bajamos, o sigue un rato hasta que se le pasa o nos ignora él a nosotros. Tampoco estamos "enfadados" con él mucho tiempo, hemos comprobado que tiene memoria de pez y que al cabo de unos pocos minutos el pobre ya ni se acuerda de lo que ha pasado. Por cierto, que es muy curioso ver cómo intenta reconciliarse con nosotros últimamente si hace algo que sabe que no debe: nos echa los brazos, nos dice hola, nos hace caída de ojos. Qué rápido aprenden!!
La verdad es que parece que ha sido mano de santo, parece que en los 4 ó 5 primeros días de las vacaciones se le ha quitado la maldita costumbre y estamos haciendo las comidas mucho más tranquilos y de buen humor. Va aprendiendo a decirnos de buenas maneras lo que quiere y lo que no, y es el tipo de cosa que mejor cortar desde un principio.
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