Este verano ha sido un tiempo de experimentos en la cocina, porque ha sido nuestra primera experiencia de desayunos, comidas, meriendas y cenas familiares, es decir, todos lo mismo o casi lo mismo, nada de biberones, ni papillas, ni purés: comida de verdad y familiar. Por si a alguien le sirve, os cuento como nos hemos organizado con los menús.
Para el desayuno, seguimos con las galletas María mojadas en leche y con el pan tostado (blanco, integral, tipo mollete, vamos variando). Para la merienda también variamos poco: dos piezas de fruta (plátano, melocotón, kiwi, higo y paraguaya han sido las más repetidas), algún lácteo (yogur, danonino, quesito) y algo de galleta o bizcocho casero.
Con las comidas nos hemos organizado por días, de manera que haya comido legumbre dos días por semana, pescado otros dos, pollo otros uno o dos y carne uno o dos. Por ejemplo:
- Lunes y viernes legumbre: Hemos variado entre distintos pucheros de lentejas y garbanzos pasados un poco por la batidora. También hemos probado el humus y la ensalada de judías blancas con bonito y aceitunas negras.
- Martes: Pechugas de pollo empanadas, o a la plancha o en papillote o rellenas y al horno.
- Miércoles: Pescado empanado o rebozado. El pez espada ha triunfado, aunque el fletán y la merluza también le han gustado mucho.
- Jueves: Carne de cerdo o ternera. Como Mario todavía no puede comer filete, hemos probado el pastel de carne, las albóndigas, el filete ruso, las salchichas de carnicería, la hamburguesa. También los canelones o la lasaña de carne.
- Sábado: Pescado a la plancha o al vapor. Excepto el salmón, que le encanta, el resto le resultaba sosote (lenguado, merluza), así que mezclado con verdura, o arroz o pasta. O en forma de hojaldre, pastel, empanada o tortilla.
- Domingo: Pollo o carne en otro formato diferente que el resto de los días. Aquí también han triunfado las recetas en forma de hojaldre, pastel, empanada y el arroz con pollo.
Para las cenas, si en las comidas no ha habido huevos, tenemos huevo dos días a la semana. Casi siempre como huevo pasado por agua, huevo al plato, tortilla francesa, tortilla de patata o revuelto de verduras. Y el resto de las noches vamos complementando a las comidas con pasteles de leche evaporada, croquetas, empanadillas, quiches y pizzas caseras, arroces o pastas (aunque siguen sin gustarle mucho las pastas, algo ha comido, en total hemos intentado que comiera arroz dos veces por semana y pasta por lo menos una) y ensaladillas. Y algún sandwich y San Jacobo (que los ha descubierto y le encantan).
El postre de la comida siempre es un yogur o un yogur griego. Y en la cena depende, a veces no toma nada, a veces yogur y a veces fruta o una mezcla de las dos cosas.
La verdad es que nos hemos organizado bien, porque con los menús hechos desde el principio cocinábamos la comida y la cena de todos por la mañana, justo después del desayuno, y ya cerrábamos la cocina el resto del día y nos podíamos dedicar a estar de vacaciones. Aprovechando bien "las sobras", la comida de muchos días servía para hacer la cena del siguiente, etc. Y con la olla exprés, el horno y el estuche de vapor, no se ensucia mucho y todo se hace rápido. Esto ayuda a comer sano y a disfrutar, pero a no dedicarle mucho tiempo a la cocina en vacaciones, que a veces da pereza ¿verdad?