Mario está acostumbrado a la rutina, por lo que desde que dejó de ir a la guardería tardó como tres días en hacerse su rutina de verano. Y la verdad es que está con cuerpo de vacaciones y es una maravilla.
Se está despertando todos los días entre las 8 y las 9 de la mañana, aunque algún día ha llegado a dormir casi hasta las 10. Lo único malo de las noches es que desde que comenzó el calor nos llama para beber agua, a veces en una o dos ocasiones, pero alguna noche nos llega a llamar seis o siete veces (por lo menos la bebe con los ojos cerrados y se vuelve a dormir, pero a nosotros no nos deja descansar bien).
Desayuna y se pone a hacer las cosas de la casa con nosotros (le da igual limpiar, que hacer la compra, que hacer la comida, que hacer las camas, él ayuda en lo que puede toque lo que toque). Luego vamos un rato a la piscina y entre las 13 y las 13.30 está comiendo. Justo después de comer, como está reventado de toda la mañana sin parar, se echa una siesta de un par de horas (y eso que pensábamos que se habían acabado las siestas cuando empezó a andar). Se levanta con hambre y sed, por lo que suele beber un buen vaso de agua y suele picar alguna galleta. Al rato ya se toma su merienda, jugamos y leemos, y volvemos a bajar a la piscina. A las 20.30 más o menos subimos, se ducha con su padre o conmigo o con los dos, cena y a entre las 21 y las 21.30 está durmiendo. Algunos días vamos antes a la piscina y antes de la cena nos damos un buen paseo, pero depende del tiempo que haga.
Esta rutina ha cambiado un poco los días que hemos podido hacer algún plan para salir de excursión, pero la verdad es que con este calor, poco hemos hecho. Y él se lo está pasando estupendamente, que es lo importante, no hay más que verle.
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