Definitivamente vamos a limpiar la hamaquita y a bajarla al trastero, porque llevamos más de un mes sin usarla. Mario empezó a rebelarse cuando le sentábamos en ella, incluso con los arneses conseguía medio tirarse y alguna vez estuvo a punto de volcar. Desde entonces, si no está en el suelo (sentado o de rodillas, reptando, gateando o de pie, que ahora es su obsesión), está en la trona o sentado en el sofá con nosotros (eso sí, con mil ojos porque siempre que intenta bajar, lo hace con la cabeza por delante). Pero la hamaca no la tolera, no le gusta nada de nada estar ahí abajo y recostado. Un trasto menos por la casa.
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