Mario ya se ha dado algún coscorrón en el suelo intentando gatear desde que aprendió a ponerse boca abajo. Pero la verdad es que casi no se ha quejado. Y un día nos lo encontramos descolgándose de la hamaquita por un lado aprovechando 5 segundos que le quitamos la vista de encima en los que decidió ponerse boca abajo en la hamaquita (cosa que ahora sabe hacer en el sitio, sobre si mismo para no caerse, aunque solemos ponerle el cinturón de seguridad si no vamos a estar mirándole todo el rato). Pero tampoco se asustó, nos miró con cara de póquer cuando le cogimos al vuelo, y siguió con lo suyo.
Pero el pasado sábado, se tiró de la cama sin paracaídas (como dice su abuelo, no yo) y me pegó un susto de muerte. Estábamos los dos solos en casa, jugando en la cama como todas las mañanas. Y en lo que me giré para levantarme y ponerme las zapatillas, se movió desde el centro de la cama, donde le había dejado boca arriba (cama de 1.50) hasta el suelo por un lateral. No vi cómo lo hacía, pero debió rodar para hacerlo tan rápido.
Me sonó como si se hubiera caído un mueble en otra habitación, hasta que le oí llorar como un desesperado y me lo encontré en el suelo, boca abajo, y con una cara de susto indescriptible. El pobre estuvo llorando 30 minutos del susto y yo todo ese rato tocándole y mirándole por todas partes para asegurarme de que no se había hecho nada.
Cuando a él se le paso, a mi me dio por pensar que se podía haber dado con el pico de la mesilla, se podía haber golpeado con al canapé de madera, etc. Vamos, que no se me ha pasado el susto todavía. Y el disgusto por no haber tenido más cuidado.
No nos queda nada....
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