Lo que hemos aprendido en estos meses, es que la tranquilidad nunca dura. Cuando parece que le has cogido el truco a algo, cambia. No falla.
Llevábamos una semana o incluso 10 días, que después de la recena Mario aguantaba hasta las 6 o incluso las 7 sin despertarse para comer. Pero ahora, resuelta su huelga de hambre, parece que está en un ataque de hambre constante para recuperar todo lo que no comió esos días. Y muchas noches no pasamos de las 3 de la mañana.
Y esto es sólo un ejemplo, porque nos pasa con otras muchas cosas, como hay algo nuevo cada día, tienes que estar interpretando las novedades y adaptándote a ellas lo mejor posible en cada momento. Pero sabiendo que en cuanto lo tengas controlado, cambiará otra vez.
Así es imposible aburrirse.
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