Cuando Mario cumplió un añito, le sacamos el cochecito que los Reyes le habían traído en la casa de la abu paterna. El típico para correr por el pasillo con un pie a cada lado. En casa es "el bólido".
En esa época ya llegaba perfectamente con los pies al suelo (cuando se lo regalaron todavía iba un poquito justo), aprendió a subir y a bajar, y cuando quería jugar con él se subía y venía para pedir que le empujaras o tiraras de él. La verdad es que las caras de velocidad que le hemos visto por el pasillo de casa no tienen desperdicio...
Hemos intentado que aprendiera a impulsarse él solo, pero no ha habido forma, como para todo, si no le da la gana, pues nada. Ahora que ya anda y que le sobra estatura, sigue sin usarlo él solo. Si le empujamos o tiramos de él, tiene que subir las piernas ¡para no frenarnos con sus pies!
Pero lo curioso, es que ese uso "tan tradicional" ya no le divierte mucho. Ahora se pasa todo el día con el bólido, lo pone transversal y se recorre toda la casa empujándolo y tirando de él. Lo vuelca, lo usa para subirse al sofá o a la cama, lo empuja contra las cosas, sube y baja el asiento para guardar sus cositas. En fin, que es uno de sus juguetes favoritos para el que se ha inventado su propia utilidad.
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